¡Que el miedo no te coma la cabeza!
Enfrentar tu mayor miedo podría convertirse en tu mejor proyecto.
El miedo no desaparece. Pero podemos aprender a mirarlo, enfrentarlo y, sobre todo, pedir ayuda cuando lo hacemos
Este tema se me hace muy complejo, es como mirarme al espejo.
Digamos que el miedo y yo tenemos una relación parecida a la de una amistad incómoda. De esas que no te emociona mucho visitar, ver o hablar, y siempre aparece en los momentos menos indicados. De esas que cuando te la encuentras en el súper, buscas la salida más rápida. Pero ya es tarde: cruzan miradas.
Y ya no hay retorno.
A menos que… confrontes el momento. Y cuando menos lo esperas, estás libre.
Confrontar el miedo es una de las cosas que más me reta y me pone nerviosa. En mi publicación "Cómo volví a crear (y a creer en mí)" menciono cómo me intimidó el nivel competitivo en diseño cuando recién ingresé a la universidad. Me sentí tan pequeñita que huí. Luego inicié la carrera en Diseño de Imagen y Relaciones Públicas, donde cada semestre debía enfrentar mis miedos para presentar proyectos finales. Hasta ahí, todo parecía normal. Pero el verdadero reto llegó con mi mayor temor: la tesis.
Siempre escuché a la gente hablar de la tesis como algo casi diabólico, lo más difícil del mundo, casi imposible de lograr. Así que, claro… me hice pequeña otra vez y dudé mucho de mí. ¿Cómo iba a lograrlo? Tenía mucho miedo, pero aun así, incluso cuando la ansiedad me paralizaba, decidí confrontarlo. Quería sentir la satisfacción de haberlo superado. Pero pronto me di cuenta de que no podía sola.
Aprendí que está bien pedir ayuda. A menos que seas Batman y puedas con todo. Aunque, pensándolo bien, él también tuvo ayuda. Todos los superhéroes han tenido miedo o dudas, y han recibido apoyo. Estar acompañado en estos procesos no te hace más débil ni más fuerte, pero sí aligera la carga.
Fui a terapia, y mi psicóloga con muchísima paciencia, me dio herramientas para gestionar mejor la ansiedad y la frustración. Mis amigas, que también pasaban por lo mismo, me ofrecieron su hombro para descansar y reírnos juntas de la situación. Me dejé guiar. Solté un poco el proyecto y me permití escuchar a mis profesores. Recibí sus consejos con humildad, aunque también los filtré, porque al final del día, el proyecto era mío. Todas esas acciones, por pequeñas que fueran, me hicieron compañía. Y aligeraron el proceso.
Llegó el día de la presentación, y como si no fuera suficiente, me tocó hacerlo sola. Tocó soltar a dos de mis mejores amigos, porque esta vez ya no éramos Arkadia (Arnaldo, Karen y Diana), era solo yo. Me correspondía solo a mí superar ese obstáculo.
Hablar en público, expresar y defender mis ideas es algo que sigo trabajando, pero en ese momento me sentía Alicia en "El Día Frabjous": yo contra el Jabberwocky. Respiré y enfrenté el miedo. Me temblaban las manos, se me secaba la boca, pero defendí mi proyecto, luché hasta el final y gané. Vencí al miedo.
¿Y el resultado? Que el profesor que más nerviosa me ponía me dijo que era el orgullo de la generación.
Eso, para mí, fue la corona de la victoria. Sentí satisfacción por haber superado el miedo de algo que creía imposible y de una forma que ni imaginaba. Estuve feliz con mi proyecto, pero más conmigo, por demostrarme que sí podía y que soy mucho más que mis miedos.
¿A qué voy con todo esto?
Puede que confrontar tu mayor miedo sea tu mejor proyecto de vida, y que te abra las puertas a cosas que ni te imaginas. Y no, no va a terminar ahí. Siempre surgirán nuevos miedos, pero ahora sabes lo que puedes encontrar del otro lado. Y si no sale bien… será porque tal vez no era para ti. Pero está bien. Ahora tienes un abanico de posibilidades para seguir explorando y superándote.
Cierra los ojos por un momento. Piensa en algo que alguna vez te alteró los nervios, que parecía imposible de superar. Recuerda cómo te sentiste cuando lo lograste. Abraza ese recuerdo. Vuelve a él cuando dudes de ti. Si lo lograste entonces, probablemente teniendo menos herramientas que ahora, puedes volver a hacerlo.
¡Que el miedo no te coma la cabeza!
Que bonito escrito, muy inspirador. Que bonita ventana abriste para que nos asomemos a tu interior.
Gracias por compartirte de esa manera! Un escrito desde el corazón, cargado de sensibilidad, me gustó mucho. Me hiciste recordar que, hay que hacer las cosas, incluso con miedo, pero hacerlas; eso es lo que nos hace valientes. Estoy orgullosa de ti. Un abrazo 🌈🤍